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GUERRA DE MALVINAS - 40° ANIVERSARIO

“La causa Malvinas es la unión de los argentinos, es nuestra Nación.”

 

            En el marco del 40° aniversario de la Guerra de Malvinas, entrevistamos a Gustavo Acacio, presidente de la comisión de ex combatientes de Malvinas de la AFIP, quien toma este cargo a partir de la unificación de las ex comisiones de Aduana y DGI. Desde entonces, trabaja por la causa en ese rol.

            El diálogo invita a recordar aquellos hechos difíciles de los que Acacio puede hablar en primera persona ya que pocos días antes de comenzar la guerra, fue convocado para prestar servicio e incorporarse al servicio militar. Sin embargo, afirma que “fue todo tan de golpe” que no recuerda algunas cuestiones sobre esos primeros momentos.

            Gustavo estaba haciendo la instrucción del servicio militar en la ciudad de Mar del Plata cuando lo reúnen junto a otros compañeros en la Plaza de Armas para darle una primera información sobre la situación respecto a las Islas.” Ahí presumí que iba a haber un problema importante”, dice. Asegura que no había un “ánimo bélico” entre los compañeros pero que, de todos modos, no la pasó bien desde ese primer día en que fueron trasladados a Comodoro Rivadavia sin saber que irían a Malvinas, donde finalmente llegaron el 16 de Abril a las 4 de la mañana.

            Una vez en la Islas, sintió mucha preocupación. Confiesa que no estaba feliz de ir ya que intuía que podía haber un conflicto bélico porque se trataba de una gran potencia del mundo. Sin embargo, tenía la esperanza de que todo termine pronto porque todavía no había habido un movimiento de las tropas británicas. “Una vez que supimos que venían los ingleses comenzó un sacrificio personal, vivíamos una situación psicológica muy difícil… sabíamos que no venían a pasear.” Con precisión, Acacio recuerda que el 1 de Mayo a las 4,40 de la mañana estaba junto a sus compañeros en el refugio cuando oyeron un gran bombazo. “Ahí sentimos que empezó la guerra. Tuvimos mucho miedo, fue desesperante”, revela.

            En su experiencia, la guerra se dividió en dos etapas. Un primer momento, fue en puerto argentino. “Estábamos atrincherados en una habitación de ladrillo. Hasta ahí lo que era comida y toda la logística estaba cubierto porque estábamos cerca del aeropuerto. Y los fríos… eran los primeros”. Por el contrario, hubo una segunda etapa más dura. “Fuimos a Darwin. Allí la comida era enviada por paracaídas. Era toda fría, enlatada. Estaba todo bloqueado y eso impedía el abastecimiento de comida. Vivíamos en carpa, allí pase toda la segunda parte de la guerra. Ahí empezamos a sufrir el frio, el hambre, todos los avatares climáticos...” También lamenta que no recibían nada de sus familiares y seres queridos excepto “una vez que me llegó una encomienda de una tía de Mar del Plata.”

Sobre cómo se motivaba para seguir adelante en los momentos más difíciles, Gustavo nos comparte que “era muy grande el sufrimiento. Yo me aferraba mucho a Dios. Era la fuerza más grande que yo tenía en las Islas. Me ayudó la fe.” Además, relata cuales fueron esos momentos de mayor dificultad. Recuerda un bombardeo de buques donde se sintió profundamente indefenso y un ataque de los See Harrier. “Se nos venían encima y sentía que no íbamos a contar el cuento. Tuvimos mucha suerte”, expresa. No olvida tampoco los combates cuerpo a cuerpo donde “era mirar para arriba y ver cortinas de balas y proyectiles.”

            Avanzados los días en la guerra, Gustavo manifiesta que “el sufrimiento que vas acumulando psicológicamente te va destruyendo. La capacidad humana de resistir esas cosas tiene un fin. Uno sufría por vivir. No hay ser humano que pueda resistir a esas condiciones. Si tenía que pasar lo que sea que pasara pero yo no podía más. Cuando nos rendimos fue una gran tristeza pero fue un alivio también”. Y recuerda que su madre se enteró que estaba con vida cuando ya estaba de vuelta en territorio argentino.

Su regreso a casa fue, según sus palabras, inolvidable. “Me había bañado una sola vez en ese tiempo. Creo que soportamos todo eso porque éramos jóvenes. El reencuentro con mi familia fue muy emocionante.”

Lamentablemente, nuestro compañero también hace referencia al abandono que sintieron los soldados al regresar. “No tuve psicólogo, después quedamos abandonados. La contención familiar fue muy importante. Me llevo dos años retomar mi vida. Todo lo que pasó después con nosotros fue lamentable, tan difícil como la guerra”.

            Sobre el cierre de la charla, Gustavo alienta a los jóvenes a que se involucren con la causa de Malvinas, a que velen por los que cayeron dando la vida por la Patria. “La causa Malvinas es la unión de los argentinos, es nuestra Nación, es el sentimiento popular”, reafirma. Y concluye que “hay que hacer una revisión en todo sentido, ejercitando la memoria, sabiendo la verdad e inculcar que no haya nunca más una guerra porque no hay nada más horrible. Y recordar a los compañeros caídos que son los que realmente firmaron la soberanía de esas tierras”.

 

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