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El mensaje del Papa Francisco

El pasado mes de septiembre el Papa Francisco realizó un viaje a Cuba y Estados Unidos. Una visita que tuvo como objetivo principal el restablecimiento de las relaciones bilaterales entre ambos países, congeladas desde hace más de 50 años producto de la Guerra Fría. Es sabido que el Santo Padre fue un actor fundamental para que las acciones diplomáticas llegasen a buen puerto, ejerciendo un rol geopolítico del más alto nivel.  

 

 

Sin embargo, y más allá de reconocerle ese papel decisivo en el acercamiento de ambos países, es propósito del presente trabajo realizar una introducción al análisis del pensamiento profundo de este “Papa del fin del mundo”. Es en las frases que pronuncia, en los gestos que realiza y en las acciones pastorales que lleva a cabo donde dicho pensamiento se manifiesta vivamente.   
Desde lo estrictamente religioso, manteniendo en alto los principios fundamentales del cristianismo (que uno podrá o no compartir), definiéndose en forma tajante a favor de la defensa de la vida en todas sus etapas. Desde la esfera social, pronunciándose acerca de la pobreza, la precaria situación de los inmigrantes, el cuidado del medio ambiente y el sometimiento financiero de los Organismos multilaterales hacia los países menos desarrollados.   
En cada una de sus intervenciones, el Papa deja en claro su postura y deja en claro hacia donde quiere guiar su Pontificado.   
Pero es necesario detenerse en lo que quizá sea más importante para todos aquellos que somos militantes, delegados y/o dirigentes de las organizaciones libres del pueblo (en nuestro caso el sindicato) y que pretendemos vivir en una comunidad organizada: los conceptos políticos que el Papa transmite con total claridad y sencillez. Una sencillez que, paradójicamente, tiene como contrapartida una enorme complejidad para llevarlos a la práctica.   
Muchas fueron las definiciones políticas enunciadas por Francisco en varios pasajes de sus discursos pronunciados en el Capitolio, en la Organización de Naciones Unidas y en el Encuentro Mundial de las Familias, pero que podemos encontrar como material de lectura -y de estudio- en los dos escritos realizados desde que inició su Papado: la exhortación apostólica "Evangelio Gaudium" de noviembre de 2013 y la Carta Encíclica "Laudato Si´" de mayo de este año.   
De lectura obligatoria para todos aquellos que nos dedicamos a la actividad política, en "Evangelio Gaudium" Francisco nos propone cuatro principios que deberían servirnos como guía en nuestro accionar. Estos cuatro principios –que ya esgrimía cuando era Arzobispo de Buenos Aires- son:      
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1) El tiempo es superior al espacio: en este principio se enfatiza la importancia de los procesos para construir una organización, sabiendo que si priorizamos al tiempo por sobre el espacio, ello nos va a permitir trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos, por lo coyuntural. Teniendo un pie en las convicciones, aunque tengamos el otro en las conveniencias. Pero no perdiendo nunca el largo plazo, el horizonte. Dejar de privilegiar los espacios de poder por sobre los procesos. "Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios", nos enseña Francisco.    2) La unidad prevalece sobre el conflicto: para el Papa, en la sociedad el conflicto no puede ser ignorado o disimulado, sino que tiene que ser asumido, sin detenerse en la coyuntura conflictiva sino percibiendo “el sentido de la unidad profunda de la realidad. “Aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”. El conflicto es parte ineludible de la política, pero debe ser parte de los objetivos de largo plazo y resuelto en función de esos objetivos. Se trata de desarrollar una unión en las diferencias no perdiendo nunca de vista que el tiempo es superior al espacio.   
3) La realidad es más importante que la idea: Francisco dice que es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, de lo discursivo, de lo retórico y por ello concluye que la realidad es superior a la idea. Se trata de que lo formal nunca pueda ser superior a lo real.  Porque la única verdad termina siendo la realidad.  
4) El todo es superior a la parte: el Papa señala que “se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia” siguiendo el modelo del “poliedro” que “refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad. No perdiendo de vista lo global, no perdiendo de vista que lo más importante siempre es la organización y los intereses que ella representa. Nunca pueden ser más importantes los objetivos de una facción o de un grupo.  Esos objetivos siempre deben estar supeditados a los objetivos comunes.  
Casi como un modo ineludible de conducción política, debemos tratar de comprender la real magnitud de estos principios para poder llevarlos a la práctica en la comunidad en la que nos toque actuar. Estos principios de ninguna manera son propiedad de aquellos que profesamos la fe católica, sino que son plenamente aplicables en cualquier ámbito de militancia. A nosotros nos toca en nuestro Sindicato. Sólo si comprendemos las enseñanzas de este líder político de excepción llamado Francisco podremos realmente cumplir nuestra misión como partícipes de un destino común: la defensa de los derechos de los trabajadores.  

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